Nuestro Fundador |
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Víctor Scheppers, sacerdote eminente, apóstol de la caridad, precursor de la reeducación de la juventud descarriada. Nació en Malinas (Bélgica) el 25 de abril de 1802, en el seno de una familia acomodada y profundamente cristiana, en un período turbulento y de grandes disturbios políticos, militares y sociales. Desde muy joven aprendio a confiar en la Providencia que cuida de los hombres y de los acontecimientos, a tener una profunda devoción a la Santísima Virgen María, así como una gran comprensión y generosidad hacia los pobres. | ||
A los 23 años siente la llamada de Dios que le impulsa practicar la caridad a través del sacerdocio. Ocurrió en París en 1825, después de una profunda meditación sobre la vanidad de los honores y de la gloria humana ante el sepulcro de los reyes de Francia degollados por la revolución, y sobre la desdichada condición en que la revolución y el imperio napoleónico habían dejado a los obreros y a la gente del pueblo. | ||
Después de numerosas dificultades por el dominio de los protestantes holandeses sobre los católicos belgas, ingresó en el seminario y muy pronto se comprometió a llevar la Buena Nueva a los talleres, donde los obreros, agotados por las interminables horas de trabajo, no veían con buenos ojos la presencia de un sacerdote.
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Ordenado sacerdote el 13 de abril de 1832 , encuentra en la Eucaristía y en la Liturgia la más alta expresión de su amor a Dios; toda su vida estuvo animada por un gran espíritu de fe y por una ferviente piedad, que se manifestaba en el largo tiempo que pasaba en oración delante del Santísimo Sacramento. Encontró la más alta expresión de su ministerio sacerdotal en la predicación (su tema preferido era la Santísima Virgen) y en la confesión. Después de largas horas en el confesionario, cuando se dirigía ya tarde a casa, encontraba ante su puerta numerosos penitentes; su bondad, sus palabras sobre la misericordia de Dios daban confianza a los más difíciles. | ||
Al Servicio de los jóvenes |
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Pero su celo no se limitaba al altar y a los sacramentos. Sabía muy bien que en las calles y en las casas Cristo sufría la miseria material y moral de un mundo descristianizado, como consecuencia de la revolución y de las guerras. Su primer apostolado, después de la ordenación, consistió en atender a los jóvenes, tanto a los que frecuentaban las escuelas, de cuya inspección le había encargado el arzobispo, como de los más ignorantes y necesitados. En su casa recibieron una educación primaria, pero enormemente válida. También se ocupó de los que, aunque eran muy jóvenes, se veían obligados a realizar trabajos excesivamente duros. Para ellos fundó su primera escuela, dedicada a «María, madrea de la Misericordia»; en ella se impartían clases al mediodía, en el tiempo de descanso entre el trabajo de la manana y de la tarde, y tambíen los domingos por la manana. Estaba convencido de que sólo por medio de la instrucción estos jóvenes podrían salvar su dignidad humana y sus derechos como obreros. |
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La plaga de las cárceles |